lunes, 25 de junio de 2012

Predicar en el desierto*


La famélica y sedienta multitud guardó silencio.

—Creced y multiplicaos en peces, pan y vino —ordenó el profeta.

Las piedras siguieron siendo piedras.



*Tercer lugar en La Marina de Ficticia, Jurado: Marcial Fernández, diciembre 2011.

Imagen tomada de la red.

miércoles, 13 de junio de 2012

Primera carta a Aranza María



Hija Aranza,

hoy 13 de junio, que cumples 18 años, rescato de mis archivos esta carta que te escribí días después de tu nacimiento. Hoy, como entonces, te reitero lo que significó para nosotros tu nacimiento. Va para ti un beso y un abrazote. Pásate muy bien y quiere mucho a tu pequeña. Sabes que te quiero (aunque a veces no lo digo tanto), y sigue cumpliendo muchos, muchos años.


México, D. F., 18 junio 1994

ARANZA MARÍA:

            Señorita hija mía:

Hasta ahora no había tenido la oportunidad de comunicarme contigo; las causas pueden ser muchas, pero en ningún caso son justificables, por eso prefiero olvidarme de explicaciones y pasar al motivo de esta carta. El día 13 de junio de 1994 viene a ocupar un sitio especial en mi agenda anual: ¡es el día de tu nacimiento! El lunes mencionado desde muy temprano visité a tu madre en la cama 233 del hospital Adolfo López Mateos. Como médico residente de cirugía pediátrica me dispuse a solucionar los pendientes de la guardia, pues sabía que de un momento a otro se realizaría la cesárea que habría de traerte a este mundo. ¿Dónde se encontraba en esos momentos la panzacigüeña transportadora de bebés? Observé el reloj: eran apenas las 05:00 de la mañana. El ave picuda aún se encontraba a más de 4 horas de distancia. Porque la cesárea estaba programada para las 09:00 a.m. No estaba preocupado, era solamente cierta expectación, como la que provoca la llegada de un nuevo miembro en la familia. ¿Cómo serías? Lo ignoraba, pero esperaba que todo fuese bien.

        Uno. Después de las 08:00 a.m. se me permitió faltar al servicio. Abandoné el primer piso de pediatría y fui al lado de Olivia a ginecoobstetricia.


          Dos. 08:30 a 09:00 a.m. Una enfermera prepara a tu mamá para la cesárea: soluciones, vendaje, etc. Sentimos que el momento de tu llegada está muy cerca.


         Tres. 09:30 a.m. No he visto a ningún médico de perinatología. En su oficina me informan que tu nacimiento se retrasará ya que hay una cesárea de urgencia. Al término de ésta, pasará tu mamá.


        Cuatro. 09:45 a.m. A Olivia no le gustó la noticia. Bajé a quirófano y se me informó que no era sólo una cesárea la que estaba pendiente, sino dos. Aquello ya no me gustó y empecé a incomodarme yo también.


        Cinco. 11:00 a.m. Las cosas no marchaban: apenas iniciaba la primera cesárea. A este ritmo nacerías por la tarde. Olivia estábaba desesperada. Y yo muy molesto.


      Seis. 01: 00 p.m. A esta hora inició la segunda cesárea. Llegó otra urgencia. Se me propuso otro quirófano, pero desconozco por qué no progresó la idea. Salen sobrando los comentarios. Lalo Vázquez (tu pediatra) sólo movía de un lado a otro la cabeza (y posiblemente blasfema como yo, por este hospital).


            Siete. 03:00 p.m. Iba a iniciar la cesárea que estaba aún pendiente, pero me percato que ya había otra esperando sala (una urgencia relativa). A este ritmo nunca nacerías. Todo marchaba a un ritmo de tortuga esquizofrénica; las cosas no estában claras y yo había perdido la calma hacía mucho. ¡No podía dejar que las cosas marcharan a ese ritmo! Dejé mi papel de padre complaciente y me vestí de residente de cirugía pediátrica (quienes me conocen saben de que hablo, hija):

               a) hablé con los residentes de anestesiología

               b) anestesiólogos y yo hablamos con la supervisora de enfermería

              c) anestesiólogos + supervisora de enfermería + yo hablamos con jefa de enfermería de tococirugía

              d) todos quedamos de acuerdo en que ya se realizara la cesárea para que  nacieras. ¡Pero ya...!

           Ocho. 04:10 p.m. Informo al residente de perinatología los resultados obtenidos. Y voy por tu madre a su habitación para bajarla a los quirófanos.

NOTA: Lo que ocurrió después fue un caos y se llevó poco más de media hora. Tuve que conseguir ropa quirúrgica, obtener la autorización para que un residente de cirugía pediátrica ayudara al médico de perinatología a operar a tu mamá, porque los ginecólogos no quisieron proporcionar un ayudante (¡problemas internos!), pero no se autorizó; tuve que acudir a Asistentes de la Dirección y manifestar mi inconformidad... en eso apareció un residente de perinatología que no estaba de guardia, dijo que no había problema... Y la cesárea dio principio...


            Nueve. Inició la cesárea.


            Diez. La panzacigüeña cruzó rápidamente el cielo grisáceo del distrito federal. Su ojo izquierdo se prendió, dejando ver una luz intensamente roja. El ulular del viento daba a la luz cierta intermitencia apenas perceptible, para llamar la atención y evitar un accidente aéreo, su agudo pico apuntaba hacia el sur de la ciudad, mientras su ojo derecho observaba sigilosamente los pequeños edificios allá abajo. A la distancia alcanzó a distinguir un edificio de mediana edad y seis pisos de alto. Una pequeña luz también rojiza, parpadeó, como señal de alarma. Ese es, se dijo, y conforme se fue acercando a él, las letras azulosas se fueron volviendo más claras, hasta permitirle leer: “Hospital Lic. Adolfo López Mateos, ISSSTE. Bien venida Aranza María". Y Brilló otra luz multicolor.

            Yo apenas escuché cómo un fuerte ventarrón pasó precipitadamente por la puerta del quirófano, mi cuerpo tembló, nervioso. Y entonces te vi: estabas allí llorando, pataleando, inquieta, sobre el vientre de tu madre. Y eran ya las 17:10 horas.

            Habías llegado con nosotros, señorita Aranza María Ortiz Gómez.

Te quiere, papá.


NOTA: Tu hermana Ireri Alejandra está por demás feliz con tu nacimiento. Si soy franco, nunca en estos dos años y siete meses la había visto tan amorosa: besándote, mimándote, platicándote (?). Cuando llegamos a la casa su primera impresión fue darte un beso y decir: “mi manita, mi manita”. Cuando estuviste instalada en la cuna te llevó algunos de sus muñecos de peluche (la vaca, el delfín) y los puso en tus manos (!). Obviamente tuve que explicarle que los dejase a un lado. En estos cinco días has tenido una hermana mayor fabulosa.


Add: tu abuela María también te envía saludos.


domingo, 10 de junio de 2012

Metamorfosis


Soy un renacuajo y habito en esta charca no muy lejos del mar. No sé si antes fui otra cosa, pero un día cantará la sirena petrificada y todo será diferente. Hoy soy un sapo…


Imagen tomada de la red.