El hombre detuvo el trineo e hizo una seña a
la mujer para que se acercara.
―¿También trabajando
en Nochebuena?
Ella habría querido
decirle que necesitaba el dinero, que la vida en las calles es dura y acaba pronto
con la juventud, pero...
―Mejor sube y hazme
compañía ―interrumpió el gordo sus cavilaciones―. Trescientos sesenta y cinco días de asueto son
demasiado tiempo, aún para un ermitaño como yo.
Imagen tomada de la red.