lunes, 23 de mayo de 2011

Maldición de Pinocho


A cada mentira enunciada, le crecían las verdades como ramas y al anochecer venían los pájaros y lo cagaban y lo picoteaban. Por eso siempre decía la verdad, aunque luego nadie le creyera.


Imagen de Ana Alas: Abuela Pinocho.

sábado, 14 de mayo de 2011

Designio


Una vez señalado por su dedo, Luzbella dejó de ser el ángel que creía.


Imagen tomada de la red.

martes, 3 de mayo de 2011

Toni y Gaby


Hoy desperté con la noticia del fallecimiento de mi prima Toni y de su esposo Gaby. Es un golpe muy fuerte; un doble golpe. Toni era mi prima hermana, vivíamos cerca, y al ser de mi misma edad, compartimos muchos momento, juegos y peleas de niños. La imagen más lejana que tengo de ella es la de una niñita alzando a un gatote negro; tendríamos tres o cuatro años; a lo mejor fue una foto. Cuando terminó su carrera, fue mi dentista; era muy buena en su trabajo y sus pacientes la querían. Gaby y yo fuimos juntos a la escuela primaria Niños Héroes de México: estuvimos en el mismo grupo durante cuatro años; después de clases nos veíamos poco, porque ayudaba a su papá en la granja; alguna vez nos liábamos a golpes, pero al rato volvíamos a ser los mismos amigos de siempre; como veterinario lo consulté sobre cuestiones de mi perro.

Cuando Toni y Gaby comenzaron de novios fui cómplice de su relación; eran tiempos en el pueblo en que los papás no consentían tan fácilmente que sus hijos adolescentes “noviaran”. Pero como Gaby era trabajador y buen chico, mis tíos pronto lo aceptaron. Pasó el tiempo y nos volvimos adultos; ellos se casaron, tuvieron dos hijas, y nos veíamos ocasionalmente, pero siempre con el cariño y afecto de los viejos tiempos compartidos. La última vez que los vi fue en enero de este año, en el funeral de mi tío José. Con Toni platiqué poco, ya que estaba convaleciente; con Gaby charlé un poco más, pues nos permitió a Fabián y a mí guardar el coche en su casa. Nos invitó a quedarnos otro rato con su familia y mis primos García, que estaban ahí, pero el ánimo del momento no era tan bueno y nos retiramos. Al día siguiente mi tía Rosa Elba convertida en agente de ventas, me pidió que les dedicara mi libro Ángeles de barro. Así lo hice. Antes de volver a la Ciudad de México me despedí de Gaby como siempre: con un abrazo y con la promesa de vernos pronto. Pero ya no fue posible: me acaban de avisar que en la madrugada tuvieron un accidente automovilístico y fallecieron; habían salido a visitar a un animal enfermo y los chocaron. Así de extraño es el destino. Va un abrazo de apoyo para mis sobrinas y mis mejores recuerdos para mis primos Toni y Gaby, buenos profesionistas, buenos hijos y mejores padres; para sus familias, resignación.

domingo, 1 de mayo de 2011

La manzana de Cézanne


I Un día cualquiera en el Paraíso

Apardada de la formción, una hormiga arrastraba con dificultad una enorme hoja de parra. Al pasar debajo del árbol del fruto prohibido, cayó de éste una manzana. Eva se apuró a levantarla, la limpió contra su muslo desnudo y, sonriente, se la ofreció.
―¡Un momento! ―exclamó Adán, apareciendo en escena―. ¿No se supone que debería de ser yo el protagonista de la historia?


II El tiempo se detiene

Enrollada en una rama del manzano, la serpiente saca la lengua y atrapa algunos mosquitos que tuvieron la mala fortuna de pasar por ahí. A unos cuantos pasos de ahí, Dios medita asuntos propios del Creador. Como aquel relacionado con un tal Isaac Newton y su Ley de la gravitación universal, que tendrá lugar en un hipotético siglo XVII, después de Cristo.


III Tentaciones

Entre los dedos de la mujer, la manzana se veía enorme. ¡Seguramente alcanza para alimentar a toda la colonia!, pensaba la hormiga, mientras calculaba su fuerza. ¡Lástima que pese tanto y sólo deba conformarme con su aroma!
La serpiente dijo, yo no quiero; Dios, yo tampoco; Newton continuaba empantanado con sus estudios y no apetecía una manzana.


IV Recomponiendo la historia

Quizás debería volver más tarde con ayuda, se dijo la hormiga.
Inteligente razonamiento, pensó Dios.
La serpiente no dijo nada, pero su conciencia descansó.
Eva, que no estaba ya para cumplir caprichos, consideró el hecho de aplastar al insecto, pero prefirió morder la manzana y compartirla con Adán, que, como bien sabía, era un tragón.
Por primera vez Dios y la serpiente estuvieron de acuerdo.
Newton, que en los planes de Dios era apenas un mal presentimiento, decidió esperar para dar a conocer su famosa Ley.


V Un fresco en la Capilla Sixtina

Aunque le agradaba la idea de pintar aquel pasaje bíblico, Paul Cezanne lo consideró: bastantes problemas tenía ya con su padre y su amigo Emile Zola como para enemistarse también con la Iglesia. Pero podría utilizar aquella fruta harto corriente para pintar algunos bodegones: con ellos conquistaría París.

Imagen Paul Cézanne: Bodegón con manzanas y taza.