jueves, 21 de marzo de 2013

Nueva antropología



Hace años que en mi ciudad no existe fuerza policial. Si una persona siente el deseo irreprimible de delinquir, voluntariamente se recluye en una sala de lectura adaptada para el caso. Familiares y amigos, hermanas de la caridad y asociaciones no gubernamentales se encargan de atender sus necesidades. Una vez rehabilitado, al ciudadano ejemplar se le reinstala a su vida de siempre. Hasta que aparezca otra vez el funesto y denigrante deseo, propio de una especie hoy extinta de la que, por desgracia, no hemos podido desligarnos del todo.


Este micro participa en la propuesta Primavera de Microrrelatos Indignados, organizada por los blogs: La colina naranjaExplorando LilliputPliegos volantes y Relatos de andar por casa.


martes, 12 de marzo de 2013

A cada quien sus traumas o los dilemas existenciales de un escritor



El otro día durante el almuerzo, sin venir al caso, oí decir a mi hija: "Por ejemplo, yo nunca tuve el apoyo de un terapeuta". "Yo tampoco", respondí en automático. Mi hija se me quedó viendo mientras se acomodaba los anteojos, luego agregó: "¡Pero habrías de ver las cosas que escribes!". No tuve duda: no era mi chiquilla la que hablaba, sino la pasante de la licenciatura en Psicología.

Imagen de Ireri Alejandra O. S.: Autorretrato.

lunes, 4 de marzo de 2013

Última voluntad



El moribundo pidió una dotación de libros imprescindibles para el camino, así como la compañía de una mujer inteligente con quien comentarlos después de hacer el amor.


Imagen: Jesús De Perceval: El moribundo.