sábado, 22 de diciembre de 2012

Año bisiesto



El hombre detuvo el trineo e hizo una seña a la mujer para que se acercara.
―¿También trabajando en Nochebuena?
Ella habría querido decirle que necesitaba el dinero, que la vida en las calles es dura y acaba pronto con la juventud, pero...
―Mejor sube y hazme compañía ―interrumpió el gordo sus cavilaciones―. Trescientos sesenta y cinco días de asueto son demasiado tiempo, aún para un ermitaño como yo.

Imagen tomada de la red.

martes, 11 de diciembre de 2012

Estudio



Después del inesperado orgasmo, abrió los ojos y alcanzó a ver a una mano perderse al interior del viejo y despastado libro de anatomía.

Imagen de J. M. P.: Hand study.

viernes, 23 de noviembre de 2012

Fin de la inocencia

Esta mañana al despertar había una mancha de sangre junto a mis pies. Ya no son aquellos pies infantiles que jugaban a caminar por el aire o cruzar, sin mojarse, los ríos más caudalosos. De hoy en adelante debo tener cuidado en dónde piso.

Imagen tomada de la red.

viernes, 16 de noviembre de 2012

Día lluvioso


No ha dejado de llover en días. A través de la lluvia, la gente parece su espectro, no solo físico, sino emocional. El abuelo dejó de menearse en la silla mecedora y tiene la mirada perdida, pero no hacia afuera, sino hacia adentro: como si mirara un tiempo que pasó hace mucho. Mamá ha dejado de lavar la ropa, pero el cesto de la ropa sucia está vacío; ya no recuerdo cuándo hicimos el último cambio. Sentados a la mesa, hablamos lo indispensable para pasar el pan, la sal o la olla con la sopa. Lo único que por momentos llama la atención es el reloj que no avanza: hace mucho que las agujas están fijas a la misma hora.
 
Imagen tomada de la red
 
 

miércoles, 31 de octubre de 2012

jueves, 18 de octubre de 2012

Desapego


No escuchó súplicas. De un tajo limpio y preciso, segó el cordón umbilical que la ataba al corazón.
 
 
Imagen tomada de la red.
 

martes, 9 de octubre de 2012

Funeral en la tarde


Para Olivia, en sus cuarenta y cinco.

La tarde es fría y clara. Atrás quedó la montaña con su pico nevado, que el cambio climático de los años venideros irá borrando. Mis hijas duermen en el asiento trasero; las tres horas y media que dura el viaje de regreso a la ciudad son, desde su perspectiva infantil, la parte más aburrida y cansada de las vacaciones. En eso estoy de acuerdo: ¿por qué no existen máquinas teletransportadoras que, en un parpadeo, te lleven a la playa, a la montaña, a tu ciudad favorita...? Mientras eso no sea posible, algunos debemos soportar el suplicio de la carretera. Quizá por eso retrasé el regreso unas horas. Dije a mi hermano que aún tenía asuntos pendientes ―ahora no recuerdo si en realidad los había o solo trataba de retrasar lo inevitable―. De habernos marchado juntos, ¿habrían cambiado las cosas? Es una posibilidad, ¿pero quién tiene conciencia de lo que el destino teje a tus espaldas? ¿Quién conoce la trama? Aunque haya una leve sospecha de que es el destino quien llama a tu puerta ―como sucede en tantos libros y películas―, lo único que conseguiremos es que, con la intención de evadirlo, se sucedarán una serie de catástrofes que no tendrían por qué ocurrir. Lo llaman efecto mariposa. Así que, pasado el mediodía, dijimos adiós a nuestros anfitriones, dejando en el aire la promesa de volver a reunirnos el año próximo. A los pocos minutos de salir a carretera las niñas ya dormían. Aprovechando un alto para corregir un problema en el estéreo del coche, pregunté a Olivia si quería manejar. Cuando lleguemos a la autopista, aceptó emocionada. Era una buena decisión: para alguien acostumbrado a solamente manejar en la ciudad, una carretera estrecha y rápida, de doble sentido y tráfico constante, no es lo más recomendable. Media hora después, ya sentado en el asiento del copiloto, acompaño a Olivia en su primer manejo fuera de la ciudad. Por hoy, treinta kilómetros son suficientes, me dice visiblemente nerviosa. Señalo el sitio donde hacer el cambio de conductor. Olivia estaciona el auto en el acotamiento. Mientras me desabrocho el cinturón de seguridad, miro a mi esposa y le digo que ya está lista, que en las próximas vacaciones será ella quien conduzca. Y yo podré acompañar en el sueño a nuestras hijas, bromeé. Olivia sonríe, en sus bellos y enormes ojos todavía hay rastros de angustia, pero desbordan satisfacción. Sí, yo... El ruido de fierros, la oscuridad en mis ojos, el vacío que antecede a la muerte, dejan en suspenso sus palabras. Cuando abro los ojos, en el asiento del conductor hay una mujer inconsciente, el rostro inflamado y sangrante. A pesar de mis gritos, no consigo despertarla. Despertará treinta días después, en una sala de terapia intensiva. Pero Olivia, la mujer que yo conocía, se perdió aquella tarde en la autopista Córdova-México.
 
 
Imagen de Camila Ixchel: Abuela.

jueves, 13 de septiembre de 2012

La hora del café


Lo supe por la prensa. Es impactante encontrar en los obituarios un nombre conocido. Mi primera reacción fue correr a la funeraria y comprobar si se trataba de un homónimo que, fuera de la desagradable impresión inicial, nada significa en mi vida. Sin embargo, sopesé los pros y los contras de aparecer en un sitio donde el único que te conoce es el muerto.

Terminé de fumar mi cigarro y pasé a la sección de deportes.

Imagen tomada de la red.

martes, 4 de septiembre de 2012

Carnaval


―¡Yo soy Dios! ―gritó el camaleón.
La risa desapareció del rostro de los presentes.
 
 
Imagen tomada de la red.

 

sábado, 25 de agosto de 2012

De fábula

 
Cuando Monterroso despertó, los animales habían hecho de las suyas. La oveja negra gobernaba un país de ovejas blancas, el camaleón había perdido el interés por los juegos de espejos y la rana, matrona de voz grave, soñaba con un par de ancas biónicas. Pero lo que más sorprendió al escritor fue su autobiografía escrita por un dinosurio.

jueves, 9 de agosto de 2012

Icaria


Cuando no hay caminos, queda la posibilidad de volar, se dijo Minotauro, mientras los dos fugitivos se alejaban de la isla. Después tapió las puertas y recogió las madejas de hilo y se fue a dormir.

Imagen tomada de la red.

martes, 24 de julio de 2012

Antes y después de Monterroso


—Lo que usted propone, es absurdo —dijo el hombrecillo de ojos saltones, narinas amplias y resoplidos en la respiración, mientras balanceaba la cola de un lado para otro—. ¡Una reverenda barbaridad! ¡Ahora resulta que descendemos de la raza humana! ¡Ya quisiera ver a una mujer parir un tiranosaurio!

 

 

Imagen tomada de la red.

 

 

martes, 10 de julio de 2012

Catador


De la cintura para abajo, ni qué bacalao, salmón o lenguado: ¡sirena pura! Lo demás, compadre, igual que cualquier mujer.


Imagen tomada de la red.

lunes, 25 de junio de 2012

Predicar en el desierto*


La famélica y sedienta multitud guardó silencio.

—Creced y multiplicaos en peces, pan y vino —ordenó el profeta.

Las piedras siguieron siendo piedras.



*Tercer lugar en La Marina de Ficticia, Jurado: Marcial Fernández, diciembre 2011.

Imagen tomada de la red.

miércoles, 13 de junio de 2012

Primera carta a Aranza María



Hija Aranza,

hoy 13 de junio, que cumples 18 años, rescato de mis archivos esta carta que te escribí días después de tu nacimiento. Hoy, como entonces, te reitero lo que significó para nosotros tu nacimiento. Va para ti un beso y un abrazote. Pásate muy bien y quiere mucho a tu pequeña. Sabes que te quiero (aunque a veces no lo digo tanto), y sigue cumpliendo muchos, muchos años.


México, D. F., 18 junio 1994

ARANZA MARÍA:

            Señorita hija mía:

Hasta ahora no había tenido la oportunidad de comunicarme contigo; las causas pueden ser muchas, pero en ningún caso son justificables, por eso prefiero olvidarme de explicaciones y pasar al motivo de esta carta. El día 13 de junio de 1994 viene a ocupar un sitio especial en mi agenda anual: ¡es el día de tu nacimiento! El lunes mencionado desde muy temprano visité a tu madre en la cama 233 del hospital Adolfo López Mateos. Como médico residente de cirugía pediátrica me dispuse a solucionar los pendientes de la guardia, pues sabía que de un momento a otro se realizaría la cesárea que habría de traerte a este mundo. ¿Dónde se encontraba en esos momentos la panzacigüeña transportadora de bebés? Observé el reloj: eran apenas las 05:00 de la mañana. El ave picuda aún se encontraba a más de 4 horas de distancia. Porque la cesárea estaba programada para las 09:00 a.m. No estaba preocupado, era solamente cierta expectación, como la que provoca la llegada de un nuevo miembro en la familia. ¿Cómo serías? Lo ignoraba, pero esperaba que todo fuese bien.

        Uno. Después de las 08:00 a.m. se me permitió faltar al servicio. Abandoné el primer piso de pediatría y fui al lado de Olivia a ginecoobstetricia.


          Dos. 08:30 a 09:00 a.m. Una enfermera prepara a tu mamá para la cesárea: soluciones, vendaje, etc. Sentimos que el momento de tu llegada está muy cerca.


         Tres. 09:30 a.m. No he visto a ningún médico de perinatología. En su oficina me informan que tu nacimiento se retrasará ya que hay una cesárea de urgencia. Al término de ésta, pasará tu mamá.


        Cuatro. 09:45 a.m. A Olivia no le gustó la noticia. Bajé a quirófano y se me informó que no era sólo una cesárea la que estaba pendiente, sino dos. Aquello ya no me gustó y empecé a incomodarme yo también.


        Cinco. 11:00 a.m. Las cosas no marchaban: apenas iniciaba la primera cesárea. A este ritmo nacerías por la tarde. Olivia estábaba desesperada. Y yo muy molesto.


      Seis. 01: 00 p.m. A esta hora inició la segunda cesárea. Llegó otra urgencia. Se me propuso otro quirófano, pero desconozco por qué no progresó la idea. Salen sobrando los comentarios. Lalo Vázquez (tu pediatra) sólo movía de un lado a otro la cabeza (y posiblemente blasfema como yo, por este hospital).


            Siete. 03:00 p.m. Iba a iniciar la cesárea que estaba aún pendiente, pero me percato que ya había otra esperando sala (una urgencia relativa). A este ritmo nunca nacerías. Todo marchaba a un ritmo de tortuga esquizofrénica; las cosas no estában claras y yo había perdido la calma hacía mucho. ¡No podía dejar que las cosas marcharan a ese ritmo! Dejé mi papel de padre complaciente y me vestí de residente de cirugía pediátrica (quienes me conocen saben de que hablo, hija):

               a) hablé con los residentes de anestesiología

               b) anestesiólogos y yo hablamos con la supervisora de enfermería

              c) anestesiólogos + supervisora de enfermería + yo hablamos con jefa de enfermería de tococirugía

              d) todos quedamos de acuerdo en que ya se realizara la cesárea para que  nacieras. ¡Pero ya...!

           Ocho. 04:10 p.m. Informo al residente de perinatología los resultados obtenidos. Y voy por tu madre a su habitación para bajarla a los quirófanos.

NOTA: Lo que ocurrió después fue un caos y se llevó poco más de media hora. Tuve que conseguir ropa quirúrgica, obtener la autorización para que un residente de cirugía pediátrica ayudara al médico de perinatología a operar a tu mamá, porque los ginecólogos no quisieron proporcionar un ayudante (¡problemas internos!), pero no se autorizó; tuve que acudir a Asistentes de la Dirección y manifestar mi inconformidad... en eso apareció un residente de perinatología que no estaba de guardia, dijo que no había problema... Y la cesárea dio principio...


            Nueve. Inició la cesárea.


            Diez. La panzacigüeña cruzó rápidamente el cielo grisáceo del distrito federal. Su ojo izquierdo se prendió, dejando ver una luz intensamente roja. El ulular del viento daba a la luz cierta intermitencia apenas perceptible, para llamar la atención y evitar un accidente aéreo, su agudo pico apuntaba hacia el sur de la ciudad, mientras su ojo derecho observaba sigilosamente los pequeños edificios allá abajo. A la distancia alcanzó a distinguir un edificio de mediana edad y seis pisos de alto. Una pequeña luz también rojiza, parpadeó, como señal de alarma. Ese es, se dijo, y conforme se fue acercando a él, las letras azulosas se fueron volviendo más claras, hasta permitirle leer: “Hospital Lic. Adolfo López Mateos, ISSSTE. Bien venida Aranza María". Y Brilló otra luz multicolor.

            Yo apenas escuché cómo un fuerte ventarrón pasó precipitadamente por la puerta del quirófano, mi cuerpo tembló, nervioso. Y entonces te vi: estabas allí llorando, pataleando, inquieta, sobre el vientre de tu madre. Y eran ya las 17:10 horas.

            Habías llegado con nosotros, señorita Aranza María Ortiz Gómez.

Te quiere, papá.


NOTA: Tu hermana Ireri Alejandra está por demás feliz con tu nacimiento. Si soy franco, nunca en estos dos años y siete meses la había visto tan amorosa: besándote, mimándote, platicándote (?). Cuando llegamos a la casa su primera impresión fue darte un beso y decir: “mi manita, mi manita”. Cuando estuviste instalada en la cuna te llevó algunos de sus muñecos de peluche (la vaca, el delfín) y los puso en tus manos (!). Obviamente tuve que explicarle que los dejase a un lado. En estos cinco días has tenido una hermana mayor fabulosa.


Add: tu abuela María también te envía saludos.


domingo, 10 de junio de 2012

Metamorfosis


Soy un renacuajo y habito en esta charca no muy lejos del mar. No sé si antes fui otra cosa, pero un día cantará la sirena petrificada y todo será diferente. Hoy soy un sapo…


Imagen tomada de la red.

jueves, 24 de mayo de 2012

Un día al azar


El sol se derrite sobre la ciudad. Los autos avanzan lentamente sobre la avenida, por momentos parecen sumidos en un eterno letargo. Este no es un día normal, me digo y busco en la distancia los semáforos del crucero; quizá encuentre ahí el origen de esta tormenta de automóviles y de prisas que se abate sobre esta zona de la ciudad. El rojo, el verde y el amarillo, en su eterna sincronía con el tiempo, parecen ajenos a lo que sucede a su alrededor. Así no llegaré a ninguna parte, me digo y cierro la puerta del apartamento del que todavía no he salido.


Imagen tomada de la red.

viernes, 11 de mayo de 2012

El futuro suele ser incierto


Para Tony y Gaby, en su primer aniversario

Esa noche me esperaba en casa un hombre sumamente preocupado. Después de un día agotador,  mi ánimo no estaba como para volver a salir, y así se lo hice saber. El extraño me tomó de la mano y, apelando a mis sentimientos, habló del valor que tiene un animal para una familia pobre. Es la leche, los frijoles, el pan de mis hijos, sollozó.
—Ni creas que irás solo —dijo mi esposa, subiéndose a la camioneta.
 Hoy sé que la vaca sanó y que, en agradecimiento, los becerritos llevan nuestros nombres; que el conductor que nos chocó estuvo solo unos dìas en la cárcel  y que, ebrio como de costumbre, al salir de la siguiente curva perderá el control y caerá al abismo. Ahí estaré para acompañarle.

Imagen de Millet Campesinos durmiendo.

lunes, 30 de abril de 2012

Forestación


En mitad de aquel camellón donde una joven desconocida recibió fatal puñalada, con el paso del tiempo nacieron bellos y coloridos juegos mecánicos.

Imagen de JMOS: Amanecer con juegos mecánicos.


jueves, 19 de abril de 2012

Mantenimiento


A punto de matar con su voz a un ex marinero escondido entre el público, la sirena fue abucheada. Le dolía reconocerlo, pero era tiempo de acudir al afinador de aullidos.


Imagen tomada de la red.

domingo, 1 de abril de 2012

Con la mirada fija en el espejo

Para mi sobrino Beto Gómez A., mimo

Como cada noche, comienza la difícil tarea de desprenderse de su personaje. Se saca los zapatos y las calcetas; desabrochado el cinto, el pantalón cae por su propio peso; después viene el saco y el suéter cuello de tortuga. Hay en los guantes algo de imperiosa necesidad y los deja al último: disfruta verlos desmaquillar ese rostro blanquecino al que tanto se ha aficionado. Solo entonces, cuando el sueño pliega ya sus ojos, puede volver a la condición de fantasma a la que fue condenado.

Imagen tomada del FB de Roberto Ávila.

jueves, 22 de marzo de 2012

Interrogante


Buscaba en sus ojos respuesta a mis preguntas, pero fue a través de su silencio que comprendí lo obcecada que puede ser la ceguera.

Imagen tomada de la red.

lunes, 5 de marzo de 2012

Avestruz diluviano


Tiene el agua hasta el cuello. Afortunadamente, no recuerda dónde dejó la cabeza.

Imagen tomada de la red.


martes, 21 de febrero de 2012

Mujer con naturaleza muerta


Extrajo de entre las páginas del viejo libro una flor desecada y la asiló en el vértice tibio y húmedo de su cuerpo. La rosa floreció.

Imagen tomada de la red.

sábado, 11 de febrero de 2012

Caza mayor*


Tejió entre sus pechos una hermosa y colorida telaraña, en ella caían a diario, como moscas, decenas… cientos de miradas furtivas.


*Segunda mención en minificciones.com. ar, marzo 2011.
Imagen de Alejandro Gelaz.

viernes, 27 de enero de 2012

De viaje

PRESENTACIÓN
In memoriam
Dr. José C. Soto C. y Gerardo Ortiz Vega,

Un día antes de mi cumpleaños como capricornio (17 de enero), una idea comenzó a rondarme con insistencia: ¿Por qué no viajar por la red y hacer una selección de microrrelatos —aquellos me habría gustado escribir— y armar un libro al gusto, que además fuese mi regalo de cumpleaños como acuario (27 de enero)? Me explico: Nací, pero me negué a respirar. Entonces fui devuelto al vientre materno, de donde me expulsaron días después. Desde luego, en la imaginación de la secretaria del registro civil que confundió por diez días las fechas asentadas en el libro de actas.

Así nació De viaje, un breve paseo por la minificción en el ciberespacio: páginas personales, talleres, grupos, revistas…; aventura que comienza en la Ciudad de México en la estación Buenavista del tren (hoy convertida en biblioteca) o en el vientre de una ballena. De viaje es ante todo un homenaje a los autores aquí presentes quienes, involuntariamente, prestaron su historia para dar forma a esta aventura. Los derechos y la responsabilidad de cada texto son de sus autores; si alguno está en desacuerdo y desea que su micro sea retirado, solo necesita enviar un correo a manolortizs@msn.com.

José Manuel Ortiz Soto
México, D. F., 27 de enero del 2012.


sábado, 21 de enero de 2012

El tesoro del pirata


Viejo como todos los años juntos, acostumbraba tomar el sol en una banca del parque. Conmovidos por su eterna vejez y su pata de palo, no faltaban almas caritativas que le extendieran unas monedas o un poco de alimento. Al anochecer, el viejo volvía a la vecindad, contaba diez pasos desde la puerta de la calle al centro de la sala, uno y medio hacia la izquierda y ocho más en dirección al baño. Golpeaba suavemente el piso con su pata de palo.

—Aquí sigue —decía casi en silencio, como si temiera despertar a los recuerdos.

—Sí. Y nosotros viviendo de la mendicidad —respondía el perico, comenzando su tanda de improperios.


Imagen tomada de la red.

lunes, 9 de enero de 2012

Hilitos de sangre en la frente


Para mi padre Fabián Ortiz V, a 35 años.


Tu papá ha muerto, dijo la mujer cuando el chiquillo abrió la puerta. Un zumbido de voces pétreas rebulló en su cabeza y se encontró corriendo en una fría mañana sin principio ni fin. Los ojos llorosos y el vacío creciendo en su interior, buscaba con desesperación una imagen de su padre de dónde asirse. Pero todas tenían ya el rictus vago e inexpresivo de la muerte que acompañaría desde entonces sus recuerdos.


Imagen tomada de la red.