jueves, 13 de febrero de 2014

Cortejo en el parque*


El perro se acerca meneando el rabo y olisquea a mi pequeña, que con su mirar cohibido parece decirme: Pa, ¿tú qué entiendes de estas cosas? A pesar de mis esfuerzos por apararlo, el animal no ceja en su empeño y nos sigue a todas partes.
A unos pasos de nosotros, la dueña del cánido —rubia cercana a los cuarenta, cuerpo firme y bien delineado dentro de los jean ajustados—, despreocupada por el proceder de su mascota, observa la escena con los brazos cruzados. Libero a mi pequeña de su correa y voy donde la mujer, que me sonríe.
La sonrisa se le cae al suelo cuando comienzo a olisquear su culo y lamo su entrepierna.

*Texturas linguales I. Antología de minificciones, Escritores de Sonora AC/Editorial Mini Libros de Sonora, 2013.


2 comentarios:

Guillermo Castillo dijo...

Manolo, amigo: Ante tanto asedio a cualquiera se le tiene que caer la armadura.
Un abrazo.

josé manuel ortiz soto dijo...

Guiller: los instintos son animales y no obedecen, qué le vamos a hacer. Un abrazo.