jueves, 19 de marzo de 2015

El juicio


El hospedero pidió calma a la multitud embravecida. Cuando los ánimos se tranquilizaron un poco, otorgó la palabra al más viejo de los ratones.
—Un gato que se considere digno representante de su especie habría respondido a sus instintos; siempre fue así —observó, mirando al gato de reojo.
Los perros asintieron.
—Les aseguro que si alguien conoce bien a los mininos, somos nosotros —terminó su alegato el ratón.
Perros, gallinas, conejos, chivos... todos estuvieron de acuerdo.
La cocinera se puso de pie; pidió hablar:
—Ahora me queda claro por qué, a pesar de la plaga de ratones que infestan la posada, los quesos y embutidos en la alacena, en lugar de mermar, se multiplicaban como panes, señor posadero.
Culpable de practicar la hechicería, el gato negro fue condenado a la hoguera.

Epílogo


Aunque preocupados por desconocer cómo o cuándo volverían a su antigua condición humana, los sapos guardaron silencio.

domingo, 8 de marzo de 2015

La mano de Dios


A contraluz de un cielo claro y luminoso, se ve a sí misma trepando por las ramas de un sauce. Con gran emoción, vuelve a ser mujer-lagartija, mujer-ardilla, mujer-chimpancé. Pero en un parpadeo, la imagen cae al vacío y se rompe.
La inmovilidad de su cuerpo, sujeto a la silla de ruedas, le recuerda que convalece de un accidente antiguo.
Mujer-pájaro, mujer-cometa, mujer-universo…

José Manuel Ortiz Soto, Cuatro caminos, BUAP, 2014.

jueves, 5 de marzo de 2015

La paja en el ojo


Aquel árbol no era del bien ni del mal: lo mismo pernoctaban en sus ramas serpientes de tres ojos que pájaros de trinos claros; bajo su sombra hacían la siesta trotamundos inocentes que bandidos y asesinos perseguidos por la justicia. Al reclamo de los otros árboles, que lo acusaban de no tener principios ni moral, el árbol jorobado se apuraba a madurar los frutos que de un momento a otro buscarían hambrientos los recién llegados.