martes, 30 de diciembre de 2014

Mientras escampa


No ha dejado de llover en días. A través de la lluvia, la gente parece su espectro, no solo físico sino emocional. El abuelo dejó de menearse en la silla mecedora y tiene la mirada perdida, pero no hacia afuera, sino hacia adentro: como si mirara a un tiempo que pasó hace mucho. Mamá ha dejado de lavar la ropa, pero el cesto de los trapos sucios está vacío; ya ni siquiera recuerdo cuándo hicimos el último cambio. Sentados a la mesa, hablamos lo indispensable: pásame el pan, ten la sal, haz a un lado la olla con la sopa. Lo único que por momentos llama nuestra atención es el reloj que no avanza: hace mucho que las agujas están fijas en la misma hora.

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