domingo, 1 de mayo de 2011

La manzana de Cézanne


I Un día cualquiera en el Paraíso

Apardada de la formción, una hormiga arrastraba con dificultad una enorme hoja de parra. Al pasar debajo del árbol del fruto prohibido, cayó de éste una manzana. Eva se apuró a levantarla, la limpió contra su muslo desnudo y, sonriente, se la ofreció.
―¡Un momento! ―exclamó Adán, apareciendo en escena―. ¿No se supone que debería de ser yo el protagonista de la historia?


II El tiempo se detiene

Enrollada en una rama del manzano, la serpiente saca la lengua y atrapa algunos mosquitos que tuvieron la mala fortuna de pasar por ahí. A unos cuantos pasos de ahí, Dios medita asuntos propios del Creador. Como aquel relacionado con un tal Isaac Newton y su Ley de la gravitación universal, que tendrá lugar en un hipotético siglo XVII, después de Cristo.


III Tentaciones

Entre los dedos de la mujer, la manzana se veía enorme. ¡Seguramente alcanza para alimentar a toda la colonia!, pensaba la hormiga, mientras calculaba su fuerza. ¡Lástima que pese tanto y sólo deba conformarme con su aroma!
La serpiente dijo, yo no quiero; Dios, yo tampoco; Newton continuaba empantanado con sus estudios y no apetecía una manzana.


IV Recomponiendo la historia

Quizás debería volver más tarde con ayuda, se dijo la hormiga.
Inteligente razonamiento, pensó Dios.
La serpiente no dijo nada, pero su conciencia descansó.
Eva, que no estaba ya para cumplir caprichos, consideró el hecho de aplastar al insecto, pero prefirió morder la manzana y compartirla con Adán, que, como bien sabía, era un tragón.
Por primera vez Dios y la serpiente estuvieron de acuerdo.
Newton, que en los planes de Dios era apenas un mal presentimiento, decidió esperar para dar a conocer su famosa Ley.


V Un fresco en la Capilla Sixtina

Aunque le agradaba la idea de pintar aquel pasaje bíblico, Paul Cezanne lo consideró: bastantes problemas tenía ya con su padre y su amigo Emile Zola como para enemistarse también con la Iglesia. Pero podría utilizar aquella fruta harto corriente para pintar algunos bodegones: con ellos conquistaría París.

Imagen Paul Cézanne: Bodegón con manzanas y taza.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Un buen regalo biblíco para los que somos amantes de la historia breve... un abrazo Rub

Las Gemelas del Sur dijo...

relatos cortos unidos en órbita planetaria alrededor de una manzana. Muy buena idea.

Besos a pares.

Lola Sanabria dijo...

Fantástico puzzle con revisiones del Génesis y pintor descolocado. Me encantó.

Abrazos con olor frutal.

Pablo Gonz dijo...

Ojo, a las tres micronovelas la cosa se convierte en costumbre.
Abrazos admirados,
PABLO GONZ

quique ruiz dijo...

Ta divertido.