lunes, 28 de febrero de 2011

Laberinto


A punto de ser devorado por la jauría de perros, desperté. Pero fue sólo para darme cuenta que en mi ausencia, ante las constantes quejas de los inquilinos ―yo incluido―, la casera había contratado los servicios de un exterminador de plagas.

Imagen de Stephanie Smith: Acteon and Diana.

10 comentarios:

Manuel dijo...

Miedo me da lo que la casera considere una plaga.

Las Gemelas del Sur dijo...

Esperemos que no maten bichos a cañonazos. Extraño sueño premonitorio.

Besos a pares.

Anónimo dijo...

Muy bueno, deja interrogantes abiertas y alguna amenaza de respuesta, pero sin certezas. Queda bailando dentro. Me gustó.

Un abrazo, Manuel.

Unknown dijo...

'yo incluido' Inquietante micro, con más preguntas que respuestas y un escalofrío, una amenaza que recorre el texto.
Me encantó.
Un abrazo

josé manuel ortiz soto dijo...

Manú, desde luego: habría que ver lo que es para cada quién una plaga. Tengo un cuento donde un externidador de bichos escucha decir que los "internos y residentes del hospital se han vuelto una plaga" y ya imaginarás las consecuencias. Un abrazo y mucha suerte con tu libro.

josé manuel ortiz soto dijo...

Gemelas, aquí cabría un dicho que dice "cada quien tiene su método para matar pulgas". Pero sí, los cañonazos son terribles, no discriminan al objetivo. Abrazos.

josé manuel ortiz soto dijo...

Alberto, en los concursos (pocos) en que participo o en los talleres a veces tengo problemas por "la ambigüedad de mis textos", pero quizás como consecuencia de mi rama poética, me gusta dejar para la interpretación no un cabo, sino todos los que sean posibles. A final de cuentas el lector es quien sacará sus conclusiones.
Un abrazo.

josé manuel ortiz soto dijo...

Patricia, un texto inquietante te permite volver a él, aunque sea inconscientemente; es como una espinita que se queda clavada.

Un abrazo y un beso.

Lola Sanabria dijo...

Este es de los microrrelatos que, cuando los lees, te dejan el escalofrío durante un tiempo en la espalda.

Besos de finde.

josé manuel ortiz soto dijo...

Gracias, Lola. Los textos de final abierto siempre andan por ahí en el subconsciente como ánimas en pena, buscando su final.

Un abrazo.