EN LAS SOMBRAS de la noche maté mi comprensión. La ahogué en la oscuridad, cuando todos dormían, para que nadie presenciara tan horrendo crimen. Mas temiendo que pudieran penetrar mi sueño, convoqué fuerzas terribles para que el mundo enloqueciera y creyera todo perfecto, como alguna vez debió ser.
La confusión reinó; la ignorancia creció a plenitud.
Después no supe más, porque yo -como el humano que todavía soy- seguí al mundo con lealtad y perdí el juicio también.
2 comentarios:
La ignorancia puede ser un gran regalo. Según como lo veas.
Saludos y también al chucho corrector ortográfico.
Sí, mucho se ha escrito al respecto; se dice que quien menos sabe es más feliz, ¿será?
Prefiero ser un poco "infeliz".
Saludos.
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