Hace años que en mi ciudad no
existe fuerza policial. Si una persona siente el deseo irreprimible de
delinquir, voluntariamente se recluye en una sala de lectura adaptada para el caso.
Familiares y amigos, hermanas de la caridad y asociaciones no gubernamentales se encargan de atender sus necesidades. Una vez rehabilitado, al ciudadano
ejemplar se le reinstala a su vida de siempre. Hasta que aparezca otra vez el
funesto y denigrante deseo, propio de una especie hoy extinta de la que, por
desgracia, no hemos podido desligarnos del todo.
Este micro participa en la propuesta Primavera de Microrrelatos Indignados, organizada por los blogs: La colina naranja, Explorando Lilliput, Pliegos volantes y Relatos de andar por casa.
Este micro participa en la propuesta Primavera de Microrrelatos Indignados, organizada por los blogs: La colina naranja, Explorando Lilliput, Pliegos volantes y Relatos de andar por casa.