viernes, 24 de septiembre de 2010

Náufragos


El olor de la brisa marina sacó al pintor de su ensimismamiento. Intrigado miró el boceto de la barcaza en que trabajaba, pero de inmediato desechó la idea por absurda. Un ruido de gaviotas y cláxones al otro lado de la ventana lo hizo levantarse de su sitio para ver qué sucedía. ¡Esto no es cierto!, gritó al reconocer el barco que rondaba su cabeza, encallado en medio de la Plaza Principal del pueblo, a novecientos cincuenta kilómetros del puerto más cercano.

Los fuertes golpes en la puerta de su habitación no dejaban duda de a quién buscaban.

Imagen de Fabián Ortiz Soto, portada de mi libro réplica de viaje (poemario).

domingo, 19 de septiembre de 2010

Promesa incumplida

 
Cuando el irreverente músico se quejaba de no tener tiempo de cambiar su vida, la tierra se cimbró y, en segundos, quedó sepultado bajo los escombros de la ciudad, junto a decenas de miles de personas.

El tiempo ha continuado su curso inconmutable, pero Dios no sabe todavía cuánto más necesita para cumplir a todos la promesa de resurrección que hiciera sólo a uno.

Imagen tomada de la red, Rockdrigo González, autor de la canción Metro Balderas y No tengo tiempo... (de cambiar mi vida). Fallecido el 19 de septiembre de 1985, durante el terremoto de la Ciudad de México.

martes, 14 de septiembre de 2010

Naturaleza muerta


Ella no era la misma, y yo lo sabía. Iba por la casa con ojos que no acababan de mirar. Y entre la incomodidad de sus largos silencios, a veces asomaba amenazante su rechazo a seguir viviendo. Sería con la llegada de los vientos alisios, sin embargo, cuando comenzó a desmoronarse. Incapaz de soportarlo, esperé el siguiente ventarrón y me fui tras ella.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

sábado, 4 de septiembre de 2010

Oscura obsesión

Tejió en el marco de la ventana la mejor de sus telarañas. En ella cayeron pájaros de plumas coloridas, serpientes esquivas y hasta montones de gatos curiosos que rondaban la casa abandonada. Sólo la luna pasa tan oronda entre los hilos de seda para mirarse y juguetear en el espejo del ropero. Pero la viuda no pierde la esperanza de atraparla, y menos después de haber probado la carne blanca de un ángel trasnochado.

Foto de Anastacia, Telarañas.