Hoy, Día del Libro, aprovecho para homenajear también a mi mamá, Alejandra. Tengo para ello dos motivos: hace un
par de días fue su cumpleaños 76 y las historias con que me dormía de niño echaron
a volar mi imaginación. Sé que ella habría preferido que fuera músico, pero mi
rebeldía no lo permitió. Por eso, tomando como pretexto una canción de José Alfredo
Jiménez, "Sin luz", le escribí esta historia que es parte de mi libro Cuatro caminos (BUAP, 2014). ¡Felicitaciones mamá!
Cuando los gigantes se marchan dejan
una ausencia tras de sí mayor
que el espacio que venían habitando.
Pedro
Peinado Galisteo
Mi
mamá dispersaba las nubes con las manos para que no le enfriaran las rodillas.
Iba tan tranquila por el mundo como quien nada debe y nada teme. Las noches en
que no había luz eléctrica en el pueblo, abría un agujero en el techo para que
se asomaran por ahí la luna y las estrellas. Le gustaba espantar el miedo con
su risa, y atraer el sueño con historias de otro tiempo, cuando el Cielo y la
Tierra eran reinos de gigantes. Mis hermanos y yo soñábamos con un día ser tan
grandes como ella.
El
día que mi papá murió, mi mamá recibió el cuerpo pequeño en brazos y lo
escondió en una estrella.