El otro día durante el almuerzo, sin venir al caso, oí decir a mi hija: "Por ejemplo, yo nunca tuve el apoyo de un terapeuta". "Yo tampoco", respondí en automático. Mi hija se me quedó viendo mientras se acomodaba los anteojos, luego agregó: "¡Pero habrías de ver las cosas que escribes!". No tuve duda: no era mi chiquilla la que hablaba, sino la pasante de la licenciatura en Psicología.
Imagen de Ireri Alejandra O. S.: Autorretrato.
3 comentarios:
Es posible, Manolo, que seamos de las últimas -sino la última- generaciones de escritores (en su caso; juntaletras en el mío) que no hayan recibido apoyo terapéutico alguno.
Un abrazo,
Diego: de algo debe servirnos -a los autores- la escritura, sabemos que no es novedad. Además te da ese poder de hacer y deshacer el mundo que has creado. Los sueños, otro campo interesante. Hace muchos años me gustaba soñar -se supone que lo hacemos diario y varias veces durante la noche, pero no lo recordamos-, porque era una forma alterna de vivir, era vivir dos vidas.
Saludos.
Pedro: creo que desde los sesentas están de moda los terapetuas, y si somos realistas muchos deberíamos haber pasado por ellos. Por el vértigo que lleva el mundo, es éste el que necesitará de terapia (creo que es una imagen que alguna vez vi en Mafalda).
Saludos.
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