La mujer comenzó a
llorar, inconsolable.
—A mi esposo lo despidieron de su trabajo y están por quitarnos la
seguridad social. ¡Écheme la mano!
El médico respiró profundo. Por su cabeza comenzaron a desfilar —como
por una pantalla de cine— aquellos sus primeros años de práctica, cuando
la inexperiencia y un utópico “complejo de madre Teresa de Calcuta” lo
llevaban a brincarse cualquier norma. Podía volver en el tiempo y aconsejar a
la mujer para que se presentara al servicio de emergencias del hospital y
fingiera que el dolor de la hernia la estaba matando; entonces, el médico
de guardia lo llamaría para que hiciera la valoración correspondiente y él podría
operarla en horas, ahorrándole una espera de meses.
Sin embargo, la última vez que hizo algo parecido, la inconformidad de
un familiar influyente lo hizo pasar muy malos ratos. Y aunque ganó el caso,
por meses le fue imposible salir a la calle sin imaginar que cada patrulla que
se cruzaba en su camino traía una orden de aprensión en su contra.
—Lo siento mucho señora, no está en mis manos; tiene que seguir los
procedimientos establecidos, como todos los demás —se escuchó decir con la voz
grave y firme que dan los años de experiencia.
Además, se dijo mientras la enfermera tomaba el siguiente carnet, la
jubilación está próxima y debo tener cuidado.
Este micro participa en la propuesta Primavera de Microrrelatos Indignados, organizada por los blogs La colina naranja, Explorando Liliput, Pliegos volantes y Relatos de andar por casa.
18 comentarios:
Todos terminamos agachando la cabeza por miedo a que nos la corten...Triste.
Besos desde el aire
La vida jamás parece cambiar aunque estemos todos los días saliendo a la calle. Pero no hay que dejar de salir.
Es lo que tiene la experiencia aunada a una jubilación en puerta: te acobarda y deseas retirarte de la palestra con los menos daños posibles.
Buena indiganción.
Un abrazo desde la alambrada :-)
Para muchos es más fácil quedarse callado, no hacer nada y conformarse con el sistema... hasta que la injustia le toca a uno y el sistema lo aplasta.
¡mUCHos salUCHos de UCH! :]
Por eso, por eso los años de experiencia no dan autoridad para demostrar la indignación
Besicos desde mi alambrada.
Rosa: y todo termina convirtiéndose en una especie de ley de la selva, y sálvese quien pueda.
Un abrazo
Adivín: creo que es algo que todos percibimos: no nos damos cuenta de los cambios, salvo cuando alguien hace la observación. En una palabra, nos atrapa la cotidianidad.
Saludos.
José Luis: en el ámbito de la medicina es muy notorio: ves cómo los estudiantes -residentes- quieren comerse el mundo a puños, pero el tiempo detiene los ímpetus. Desde luego, algunos más que otros.
Saludos.
Héctor: el que siempre ha estado callado nunca sabrá lo que pudo decir, porque ni él solo se escucha.
Pero en la vida hay etapas, y esperemos que tiempo.
Saludos.
Cabopá: creo que no debe haber edad para protestar contra la injusticia, venga de donde venga; todos tenemos derecho cuando menos a vivir bien: educación,seguridad social, etc.
Un abrazo.
De una forma u otra el sistema poco a poco te atrapa y te obliga a nadar a favor de su corriente. ¿Algún día tendremos el valor de hacer lo correcto?
Saludos.
Es triste e indignante desde el punto de vista que se vea, en nuestra profesión hay que navegar en el punto medio entre no perder la calidad humana y estar a la defensiva. Seguro en mi otra vida, no seré médico.
Besos manolo
El miedo a que nos quiten lo poco o nada que tenemos. Ese miedo es su ganancia, la del sistema en conjunto (médicos, políticos, banqueros,...)
Beto: yo creo que todos hacemos lo correcto... en parte, aunque hay situaciones extremas. En el caso del médico personaje de la historia, está en sus manos ayudar, pero al mismo tiempo a costa de infringir la ley. Si las cosas salen bien quizá no pase nada, pero en el momento en que las cosas se salgan de cauce, él no tiene manera de salir airoso, pues está fuera de la ley. Es complejo.
Saludos.
Diana: tú, como médico, seguramente lo has vivido y lo seguirás viviendo. Los médicos jóvenes les tocó vivir una época donde las demandas están por todos lados y, por desgracia, muchas sin razón. Y aunque se ganan, son muy desgastantes.
Va un abrazote.
Luis: completamente de acuerdo. El sistema siempre sabe por dónde pegarte, y cuando pega, pega duro. La medicina actual en mi país -quizá en el tuyo también- se hace a la defensiva, sobre todo la institucional: el médico se ha convertido en un burócrata que ve al paciente como alguien que se puede convertir en su enemigo. Puede parecer extremo -y lo es- pero se dan los casos del enfermo que ve de la misma forma al médico.
¿Y los principios humanistas? Por ahí andan.
Un abrazo.
El miedo, eso es lo que nos paraliza y lo que les salva a los opresores. Nos leemos.
Entre la espada y la pared, pero se impone el viejo al joven. Experiencia, miedo, joder hay tantaas cosas en tu texto y lo evidente, pobreza, miseria, necesidad. uf
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