Cuando era niño, los chicos de la cuadra gustaban de jugar del
lado que yo estaba: si yo era policía, ellos querían ser policías; si prefería ser
malvado, ellos también eran malvados. Tal era el encanto y el respeto que sentían por el revólver de mi primo Juan, con el que había matado ya tres perros.
Imagen tomada de la red.
2 comentarios:
¡Caray, Manolo! Este es un micro de los que le pegan una buena bofetada final al lector. Cuando buscamos descubrir el encanto de este niño, se nos clava una imagen más real de lo que desearíamos.
Un abrazo,
Pedro: a veces los amigos, precavidos, prefieren estar del lado ganador, no vaya suceder una desgracia.
Saludos.
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