El libro fue a estrellarse contra el cristal de la ventana, que aguantó firme el impacto. Cuando el tintinar de vidrios rotos no fue más que un temor sin fundamento, el bibliotecario abandonó su sitio en el sillón y contempló satisfecho su obra.
—No siempre se tiene tan grande honor –levanta del piso el viejo libro a medio despastar-: ser un par de moscas haciendo el amor y morir aplastadas por William Shakespeare.
Imagen: William Shakespeare en el piso, J. M. Ortizs Soto.
—No siempre se tiene tan grande honor –levanta del piso el viejo libro a medio despastar-: ser un par de moscas haciendo el amor y morir aplastadas por William Shakespeare.
Imagen: William Shakespeare en el piso, J. M. Ortizs Soto.
7 comentarios:
Qué buen final, José. A mí me hubiera gustado tener un contacto mínimo con Shakespeare. No tan fatal, depronto.
Quisiera recomendarte que le hicieras un cambio de diseño a tu blog. El contenido es muy bueno, pero a veces me da pereza pasar por cómo se ve. Necesita imágenes, José Manuel. Espero que lo pienses.
Gracias, Esteban. Es buena tu sugerencia, nada más que haya un buen tiempo lo haré.
Saludos y lo mejor para tu libro. Si no se edita en México nos contactaremos para conseguirlo.
Pobres moscas, aplastadas por el peso de la literatura. No deseo tal honor.
Qué bien escrito está, hay que detenerse en cada palabra para ver cómo están cuidadosamente elegidas.
A mí, como a Esteban, también me gustan las imágenes, aunque a veces elegirlas lleva demasiado tiempo.
Un cariñoso saludo.
Elisa,¡hay tantas cosas que pueden aplastarnos peor que moscas!
No soy partidario de las imágenes, pero siempre resulta más atractivo un blog donde no sólo hay palabras. A ver qué tal nos va.
Un abrazo.
Bueno, puestos a elegir quizás prefirieran ese final a cualquier otro, aunque me da que de poder elegir habrían pedido un tirador menos certero.
Saludos
Miguel, no siempre podemos elegir y ni modo, el destino viene como viene.
Saludos.
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