El terapeuta observó como el paciente mudaba del verde al amarillo; del azul turquesa al rosa mexicano; del negro a un gris plomizo… Ahora mismo iba en camino de volverse invisible.
—Nada nuevo ―garrapateó en el expediente―: está en su naturaleza camaleónica.
—¡A otro loco con ese cuento, doctor! ―vociferó ofendido.
En ese momento era el monstruo de Gila.
Imagen tomada de la red: Sigmund Freud: El diván para todos.
11 comentarios:
Me has hecho conocer al Heloderma Suspectum, José Manuel. Tienen suerte los mejicanos, en Argentina los seres más temibles no se cuentan entre los lagartos.
Patricia, así es. Tenemos en nuestra tierra al monstruo de Gila.
Aunque, tanto aquí como allá en Argentina, los más peligrosos no son los reptiles.
Un cálido abrazo, y gracias por venir.
Y yo que no lo entendía hasta que el comentario de Patricia me ha hecho buscar al monstruo de Gila en Google...
Muy bueno, José Manuel.
Elisa, debe ser porque se trata de temas siquiátricos,mientras en nosotros impera la cordura.
Un abrazo.
Bravo, José Manuel. Gracias por esta pieza de literatura fantástica de la todos (creo) estamos muy necesitados.
Un fuerte abrazo,
PABLO GONZ
Gracias, Pablo. No sé cómo se viviría la realidad sin la fantasía.
Saludos.
Me encantan los micros que añaden el elemento fantástico como parte de su realidad. Y este tuyo es uno de ellos.
Un saludo
El hombre/camaleón, una vertiente colorista del hombre/lobo y demás variantes. Me ha gustado tu micro.
Gracias, Anónima. Muchas veces la fantasía es la mejor parte de la realidad.
Un saludo.
Manú, ni siquiera la mente es capaz de explicar todo lo que puede acontecer en ella.
Saludos afectuosos.
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