El alboroto fuera de su tienda hizo temer lo
peor a Ricardo Corazón de León: aprovechando el acuerdo de paz, el sultán Saladino
atacaba el campamento.
Al verlo aparecer, espada en mano y dispuesto
a la batalla, los caballeros señalaron en el cielo la causa de su desasosiego:
una luna triangular en creciente, rodeada por un halo que semejaba una cruz.
Ante tan extraña visión, el rey de los
cruzados supo que no importaba cuántas treguas se pactaran, la ciudad de
Jerusalén estaba condenada a una guerra eterna.
Imagen tomada de la red.
2 comentarios:
Excelente modo de ficcionalizar la historia, José Manuel.
Mis aplausos.
Un abrazo,
Excelente minificción! Me transportó por un instante a la película de Cruzada.
Saludos
D
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