Nada como un poema de Charles Baudelaire para un albatros que lucha sobre la cubierta de un barco de pescadores. Oda, réquiem, panegírico. Una vez remontado el vuelo, ¿qué importan marineros y poetas?
Pedro: Baudelaire es de ese tipo de escritores que un par de libros los inmortalizan, cierto que tiene otros, pero sus Flores del mal y sus Pequeños poemas en prosa han sido suficiente.
Hola, Silvani: a veces no hay mucho qué entender: solo es un pequeño y breve homenaje a Baudelaire y su magnífico poema: EL ALBATROS Por distraerse, a veces, suelen los marineros Dar caza a los albatros, grandes aves del mar, Que siguen, indolentes compañeros de viaje, Al navío surcando los amargos abismos.
Apenas los arrojan sobre las tablas húmedas, Estos reyes celestes, torpes y avergonzados, Dejan penosamente arrastrando las alas, Sus grandes alas blancas semejantes a remos.
Este alado viajero, ¡qué inútil y qué débil! Él, otrora tan bello, ¡qué feo y qué grotesco! ¡Éste quema su pico, sádico, con la pipa, Aquél, mima cojeando al planeador inválido!
El Poeta es igual a este señor del nublo, Que habita la tormenta y ríe del ballestero. Exiliado en la tierra, sufriendo el griterío, Sus alas de gigante le impiden caminar.
Si gustas darte una vuelta por la página: Médicos mexicanos por la cultura y el arte http://medicosmexicanosporlacultura.blogspot.mx/ serás igualmente bienvenida. Va un abrazo y gracias por tu lectura.
4 comentarios:
Y sólo vivió cuarenta y cinco años, Doctor. ¡Qué pena que no haya vivido el doble!
Un abrazo,
no entendi nada
Pedro: Baudelaire es de ese tipo de escritores que un par de libros los inmortalizan, cierto que tiene otros, pero sus Flores del mal y sus Pequeños poemas en prosa han sido suficiente.
Va un abrazo.
Hola, Silvani: a veces no hay mucho qué entender: solo es un pequeño y breve homenaje a Baudelaire y su magnífico poema:
EL ALBATROS
Por distraerse, a veces, suelen los marineros
Dar caza a los albatros, grandes aves del mar,
Que siguen, indolentes compañeros de viaje,
Al navío surcando los amargos abismos.
Apenas los arrojan sobre las tablas húmedas,
Estos reyes celestes, torpes y avergonzados,
Dejan penosamente arrastrando las alas,
Sus grandes alas blancas semejantes a remos.
Este alado viajero, ¡qué inútil y qué débil!
Él, otrora tan bello, ¡qué feo y qué grotesco!
¡Éste quema su pico, sádico, con la pipa,
Aquél, mima cojeando al planeador inválido!
El Poeta es igual a este señor del nublo,
Que habita la tormenta y ríe del ballestero.
Exiliado en la tierra, sufriendo el griterío,
Sus alas de gigante le impiden caminar.
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