martes, 15 de octubre de 2013

Veda


―¡No dispares! ―gritó asustado al ver el arma apuntándole.
El disparo ahogó su voz, y el plomo desgarró su carne.
No supo más. Era otra víctima del cazador furtivo que, a últimas fechas, azolaba el Paraíso.

2 comentarios:

Pedro Sánchez Negreira dijo...

Me gusta, Doc; por su contundencia y por ese aliento a destino ineludible.

Un abrazo,

josé manuel ortiz soto dijo...

Pedro: los tiempos han cambiado y hasta en el Paraíso hay que cuidarse; vivimos tiempos terribles.

Un abrazo.