Hoy amanecí con un año más. No me había dado cuenta y andaba por la casa como todos los días. Mi nieta Ixchel me llamó a su habitación y, al querer abrazarla, vi que eran dos. “Te presento a mi prima Sofi”, me dijo como si cualquier cosa. Desconcertado, escapé a mirarme en el espejo del baño e inspeccionar si yo era el mismo tipo de la imagen. Cuatro canas nuevas en la barba, la pronunciada redondez de la cintura y el chirrido de bisagra de las rodillas se nombraron mías. “Ve tranquilo”, me dije, “recuerda que ya no tienes edad para este tipo de emociones; acéptalo, quizá sea buen vecino”. Lo hice a nombre de mi padre, al que hace mucho superé en edad; de Walter y Yolanda, tan jóvenes y ausentes; de mis primos Tony y Gabi, que no hace mucho se fueron; de Marco, amigo poeta de ruptura que hace apenas unos días, muy lejos de aquí, guardó su traje oscuro y se vistió de sombra; de mi tío José, que en esta misma fecha dijera estoy bien, desembarco solo; de Olivia, a la que cada noche prometo cuidar y llevar conmigo; de mis dos nietas y mis hijas, a las que cada segundo por venir quiero más; por el canto de musas y sirenas que aún debo escuchar... “Está bien. Bienvenido seas al piso 49 de nuestra existencia compartida”, dije al tipo del espejo. Él, gentil, me abrió la puerta.
Aquí puedes leer o descargar La moraleja del cuento, libro de minificción con portada, prólogo y viñetas de Sergio Astorga.
4 comentarios:
Fabulosa la dinámica que le imprimes y que destaca entre tantos relatos de la muerte los cuales están más multiplicados que la muerte misma.
¡Felicidades, Doc!
Me lo llevo para leerte con calma.
Un abrazo, abuelo.
Carlos: gracias por tu comentario. Espero disfrutes el libro. Va un abrazo.
Pedro: que lo disfrutes, tanto como lo hice yo mientras lo armaba. Va un abrazote.
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