El
nuevo siglo trajo el ferrocarril a Jaral, y con él llegaron bonanza y progreso. Por
la mañana, los carros venían repletos de pasajeros, y por la tarde cargaban con
todo el piloncillo de las fábricas. Pero un día las tierras se secaron y la caña de
azúcar no volvió a crecer en aquel suelo yermo. Con la llegada del nuevo siglo
vinieron otros hombres, que desmontaron los rieles en desuso y se llevaron con ellos las esperanzas de que regresara a Jaral la “serpiente de fierro”. Que según
conseja transmitida de padres a hijos, algún día devolvería a los habitantes del
pueblo todo el tiempo perdido.
4 comentarios:
Unos creen en dios, otros en el progreso... da igual, al final es poner todas tus esperanzas en algo que no entiendes y que actúa como si no existieses...
Incluso el tiempo de bonanza tiene caducidad. Todo tiene principio y fin, no hay promesa falsa o verdadera que valga.
Cada quien le pone el nombre que quiere, a final de cuentas su bienestar es lo más importante.
Hola Manuela. En efecto, nada es eterno. Como dice la cancion: no hay mal que dure 100 años; tampoco bien. Abrazo.
Publicar un comentario