En realidad nunca la amé. Lo nuestro fue poco más que
sexo, bueno o malo según las circunstancias. Visto así, los dos ganamos. Por desgracia, ella
no piensa lo mismo y exhibe las facturas del amor que, dice, invirtió conmigo.
Su postura me toma desprevenido. En ese entonces, no creí importante sumar
orgasmos, dividir momentos compartidos, restar charlas dentro y fuera de la
cama, sonrisas obsequiadas... ¿Y qué decir del dinero que gasté en comidas,
ropa, alcohol y hoteles? Acepto que no quiero confrontar la realidad con los
sueños perdidos, pues vistos así, en pedazos, ya no somos nosotros.
2 comentarios:
oh ohhhhhhhhh
me gusto...permiso
Adelante, Rosío.
Abrazo.
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