No supe en qué momento comenzó a caminar detrás de mí, pero al buscar la llave para abrir el zaguán, ahí estaba. Su mirada era de reproche.
—¿Por qué tienes una casa? —me dijo.
—Porque debo vivir en algún lado —respondí, como si charlar con un perro fuera lo más normal del mundo.
—¡Es una lástima! Por un rato tuve la esperanza de haber encontrado a un amigo de calles —musitó y se alejó por la avenida, sin darme tiempo a comprender nada.
Imagen tomada de la red.
1 comentario:
José, muy agradable la lectura de tu micro. Y al final, te deja un saborcito de no sé qué...
En fin, saludos y buen inicio de año.
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