Poco
a poco toman forma el volantín y la rueda de la fortuna, las sillas voladoras y
el carrusel. Desde las bancas del jardín, un enjambre de niños codiciosos mira los
juegos.
—Tengo
boletos —dice un hombre recio y tosco, las manos velludas y grasientas; exhibe una
sonrisa lasciva de toro—. ¿Quién los quiere?
Cual
palomas espantadas por el chasquido del arma del cazador, el grupo de curiosos
huye despavorido.
Solo
un chiquillo no se mueve de su sitio: su mirar oscuro y andrajoso, hace rato
que da vueltas en los juegos mecánicos.
José Manuel Ortiz Soto, Cuatro caminos, BUAP, 2014.
No hay comentarios:
Publicar un comentario