La lluvia amenaza batirse contra la tarde, en el aire viciado de la ciudad ya se percibe su aroma a hierbas y tierra húmeda. Levantas la mirada hacia el cielo y su semblante grisáceo se te viene encima, como si se derrumbara. Te dices que algo así debe de estar pasando dentro de ti, porque hasta afuera llega el estruendo de tus emociones destrozadas.
2 comentarios:
Muy muy bueno. Me encanta que el hombre de ciudad sea arrastrado y se exprese a traves de los elementos, que aún quede vida en él.
Luisa, quizá todos llevamos dentro una ciudad, y quizá sea esta la que rija nuestras emociones.
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