Lo vio venir a toda velocidad conduciendo el balón con su habitual maestría. Sabía de su capacidad para driblar y, de izquierda o derecha, disparar al marco. Apretó los dientes y fijó la vista en la pelota, luego se barrió. El sonido de huesos rotos y el quejido lastimero del atacante retorciéndose de dolor, siempre fue la parte más difícil de su particular esquema defensivo. Mientras veía asomar la enésima tarjeta roja en su carrera, se disculpó.
Imagen tomada de la red.
4 comentarios:
Juego sucio. A eso se le llama jugar duro?
Otro abrazo.
Mónica, jugar sucio siempre será jugar sucio. Jugar duro es otra cosa -en el futbol y en la vida-.
Un abrazo.
Opto por jugar bonito.
Abrazos fuertes,
PABLO GONZ
Y sin trampas, Pablo, para que el triunfo sea más meritorio.
Un abrazo.
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