“Un
poeta es un ser desahuciado. El amor, los hijos, la vida en general son entidades
etéreas que el bardo no puede ver con la misma objetividad con que lo hace el
resto de los mortales. El único momento en que el poeta consigue materializar
el mundo que lo rodea es cuando lo convierte en palabra escrita, aunque jamás nadie lo lea”.
Inscripción
conmemorativa en una placa de bronce en la casa donde nació el poeta Antonio
Plaza, en Apaseo el Grande, Guanajuato. Debajo alguien grafiteó con letras
rojas:
(“Y
me vale madre lo que digan los güeyes de Allá Arriba”)
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